Volver es como irse

Volver es como irse cuando la vuelta fue hace un tiempo tal que alcanzaste a llegar. Los mismos procesos, matizados con la escencia de la realidad, se suceden uno tras de otro y se repiten los síntomas que vienen con el deshacer un hogar para llegar a otro mundo que realmente no te espera nunca. Es diferente en el detalle, en el correlato de la vida de los que dejaste con la vida que pusiste en suspenso. Ahí se nota que es una vuelta.

Tu historia, las imágenes que se suceden en tu cabeza al recordar el tiempo que viviste en aislamiento de los demás, sólo la cargan quiénes te acompañaron en este proceso. Son ellos los únicos que pueden dar fe de que tu vida continuó y se realizó de acuerdo a la idea inicial. Ahora todo depende de ellos y queda un camino que sólo ellos podrán volver a caminar cuando no estés. Al contrario, cuando llegues después de volver a irte, no habrá más que un camino que dejaste por buscar una segunda senda en tierras inexploradas, pero la continuación se dará en un salto gigantesco que tratará de conectar dos historias que ahora pertenecen a dos personas diferentes. Serás entonces una tercera persona, que llevará consigo tres mundos: uno que vive en el recuerdo de quiénes te acompañaron y ahora son otros, uno que sólo traes contigo y podrás proyectar defectuosamente a los demás, y otro que tratará de sintetizar los dos últimos en algo que terminará siendo todo menos lo que esperas. Pero ya estás advertido, así es como se hacen los caminos, dando pasos uno tras de otro, lo que lleva al lugar que es sólo consecuencia.

“Querer tratar de explicar hechos del espíritu mediante geodésicas es como querer extirpar una angustia con tenazas de entista” E. Sábato, Abbadón el exterminador.