El por qué de este lugar

Ahora me he percatado, al fin, del por qué de este blog que a veces encuentro tan idiota. Ayer u hoy en la madrugada, mientras intentaba hacer algo por mi vida científica venidera que no veo (es muy estúpido eso también), se me vino una frase a la mente como un antojo; luego de darme cuenta de que era una genialidad dentro de mi mundo haberla hecho tan coherente pero proviniendo de un espacio incoherente interior, la anoté sin demora. Ahora me doy cuenta de otra cosa: no era una frase, era un sentimiento que está lejos de ser alcanzado por las palabras. Al menos puedo justificar lo que aquí he hecho, alejándome definitivamente de la vanidad de ver mis escritos parciales en los ojos y mentes del resto de las personas, porque tanto este como otros lugares de la red son hechos por una gran síntoma de vanidad que vive este país. Todos (nadie prácticamente) saben de antemano que este lugar de la red lo conozco sólo yo, y por eso prescindo de gran parte de la vanidad, no la puedo sentir simplemente porque he taponado el motor generador de una forma absurda pero efectiva. Aún así admito que me gusta ver los textos que escribo en un lugar ajeno a mi vida, como mandar mis ideas a un submundo y esperar a que dinamiten algo o generen algo; pero esto es pequeño comparado con el esperar a que otras personas vean lo que invento, y por eso me siento “pecador en segundo grado” con respecto a mis ideales.

Escribo aquí para demostrar que se puede vivir sólo y abrazado por la multitud. Basta con no presentar mi vida, con no mostrar mi mundo, para que simplemente no tenga sentido siquiera la existencia de ella. Vivo sólo de ustedes, quienes no me ven porque viven ajenos a mi diálogo, a mi lengua. Voy caminando por calles atormentadas por los pasos de las personas, pero aún así la soledad llena mi pasar por este mundo extraño.

Simplemente con esto está demostrado.