Mañana será un día cualquiera en mi vida, como cualquier otro. Como hoy, ayer, y un día del año pasado.

Otra prueba, otra nota, otro nerviosismo, otra angustia, y lo que venga que tenga que venir, pero que venga y no se quede con la mano en el aire sin tocar la puerta.

Que lo demás importe un carajo, las caras, los dichos, las risas de los que no quiero ver.

Pues será un día cualquiera, otro más, otra andanza, música y frío en la cara, grietas en la calle, semáforos.

La tarde, sentarse y la hoja con un problema, otro problema cualquiera, como cientos de miles que se acumulan en los libros, como trillones que se acumulan en la vida, otro más, nada más.

Y así pasará, haré lo que tenga que hacer, lo que vaya a hacer, y me iré a buscar mi bicicleta y recorreré los caminos que antes hice de ida pensando en una prueba más.

Y mañana tendré una certeza más, sumada a mi gran estadística, que dirá algo pasado mañana, con la que podré concluir que los días pasan como pestañazos. Como todos los días, como un día cualquiera.

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